Y fui absorbida por la pantalla gigante,
por la realidad única de mi observador consciente
hasta hacerme uno con todo lo existente.

La constante repetición de imágenes fugaces
que sin tiempo medible
completaban el fractal de información,
contándome la historia olvidada.

Y me rodeé de luz
que salía de mi misma.
Y me llené de amor
que nacía de mí ser
desde todas las dimensiones.

Y mientras pasaba por mí y se daba desde mí,
observaba el afuera, el adentro y el eterno infinito.
Absorbiéndote, me hice uno conmigo
experimentando la no separación del todo.

La plenitud del momento presente continuo,
sin tiempos, ni dimensiones ni mundos alternos,
recorriéndome la sangre que habita mi mundano cuerpo.
La locura de no ser yo,
y sentirme en todo.
La velocidad de la luz
como antena de mi comprensión.
La creación del mundo
desde mis adentros,
La experimentación del mundo
desde mis afueras,
siendo el creador del observado
y su observación.
El poder de cocrear
fluyendo en lo cocreado,
el derecho de elegir
al actor, su interpretación y lo interpretado.

La libertad de la absoluta comprensión,
donde no hay maldad ni bondad,
no hay separación ni juicio,
no hay error ni dolo,
no hay víctimas ni castigo,
sólo la diversión de un posible suicidio,
si es que así lo has decidido.
Porque en la incondicionalidad del amor
todo está permitido.
Por un segundo todo esto fue mío y fui yo,
en un segundo sin tiempo,
en un espacio eterno
que se quedó en todos mis ojos,
y entonces conocí la verdadera paz de la inexistencia.

Araceli Castro
Creadora de Des.P.I.E.R.T.A Formación de Terapeutas transpersonales

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